miércoles, 23 de diciembre de 2015

Por qué "yo soy una flamenca ye-yé".


                                   

Yo soy una chica muy flamenca, pero no una flamenca cualquiera, sino una flamenca ye-yé, y me gusta serlo. Porque si de por sí ser flamenca es sinónimo de diversión, alegría y vitalidad, ser flamenca ye-yé es derrochar optimismo, energía y toda esa alegría y vitalidad a cada paso.

Para una flamenca ye-yé cualquier ocasión es buena para lucir lunares, así que si la ocasión invita a sacar su prenda favorita, no lo duda.
Abrirá una larga raya en su pelo, cogerá la flor y la colocará en un lugar privilegiado de su cabeza. Y es que ser una flamenca ye-yé es esperar con ansias e impaciencia que llegue la feria, el Rocío o ese día especial para poder estrenar su nuevo traje o ponerse ése que tanto le gusta. Ser una flamenca ye-yé también es aquella que tiene que arreglarse, no sabe qué ponerse y piensa; ¡qué a gusto estaría yo vestida de flamenca!



Carmen Sevilla vestida por Lina. Fotograma de la película Camino del Rocío, de Rafael Gil (1.966).

La flamenca ye-yé es pasional y generosa y guarda en un sitio especial de su armario los complementos indispensables de su traje. Guarda con mimo y cariño sus flores, pendientes y mantoncillos para que luzcan esplendorosos cuando la ocasión lo requiera. Porque ella cuida todos los detalles de su vida y por supuesto entre los volantes. Ella sabe trasmitir y dar a sus amigos ese mismo cariño y ternura, con los que guarda esos objetos que acompañan a su vestido. Por éso es realmente aconsejable tener cerca a éstas flamencas.


Estamos en Navidad, entre turrones y esperando la llegada de los Reyes Magos y la flamenca ye-yé ya piensa en abril y mayo, meses que ama profundamente. Meses de luz, azahar, arena y camino, cuando estalla el color y la alegría, cuando la flamenca alcanza la felicidad soñada.




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